En mi humilde opinión tenemos que tener consciencia de que nosotros tenemos el control de nuestras vidas en un porcentaje mucho más alto de lo que nos han contado.

Así es, si tenemos en cuenta que atraemos lo que pensamos, lo que decimos y lo que sentimos y que si este pensamiento, palabra y actitud son buenas, atraeremos muchas más cosas positivas y buenas a nuestra vida, ¿qué nos impide empezar a hacerlo? Probablemente el hábito de haberlo hecho diferente hasta ahora, pero la buena noticia es que se puede cambiar.

Para ello hay varias premisas a tener en cuenta entre ellas el control.

Tomar el control de nuestros pensamientos es la clave para poder regular el resto de acciones que les suceden. Sentirte el capitán de tu nave y sentir que eres tú el que controla tu estado emocional, tu carácter, tus acciones y en consecuencia tu vida.

Se trata de empezar a controlar como controlar, lo que yo denomino el control del control.  

Por explicarlo de un modo más práctico se trata de empezar a desgranar la mayoría de pensamientos que nos vienen (de forma inconsciente) y empezar a ser conscientes de cada uno de ellos, ponerles nombre y apellidos y clasificarlos como un pensamiento, que me ayuda o me destruye, o simplemente no aporta nada y ponerlo en su archivador correspondiente. Incluso cuando nos vengan pensamientos de querer controlar lo incontrolable, los dejaremos ir porque ahora: controlo yo.

En definitiva, es cuestión de que, sin obsesivo poder de control y dejando toda exigencia al margen, pues damos por hecho que una persona que tiene el control de sus pensamientos ya  habrá descartado cualquier pensamiento boicoteador, seamos plenamente conscientes de que tenemos las riendas de nuestra vida y que controlando nuestras emociones, pensamientos y acciones podremos lograr todo aquello que queramos conseguir.

Es la hora de deshacerse de bloqueos, excusas y grandes motivos y en su lugar, empezar a enfrentarte a tus miedos y prejuicios para entonces si construir la vida que tanto anhelas; que tanto quieres. Se trata de ejercer un control que aunque parezca paradójico te dará la libertad que tanto anhelas. Bien sea a nivel profesional, con tu pareja, tus hijos, a nivel económico, con tu cuerpo, con tu peso,… da igual. Tú eres el capitán de tu nave y tú eres probablemente el muro más grueso que te separa de aquello que quieres encontrar.

Por eso imagínate libre, empoderado, ejerciendo esa potestad sobre tus pensamientos, dejando de ser tu enemigo y de hablarte mal. Tratándote con el respeto y dándote el derecho que tienes, fluyendo por el universo en tu nave y dejando de esquivar meteoritos y agujeros negros. En lugar de eso navegas, simplemente flotas y disfrutas de la maravillosa perspectiva que te da esa posición, desde la cual divisas que bonita está tu vida así, y sientes seguridad en cada metro que avanzas. Te sientes increíblemente bien en esa posición, en la que tú tienes sin lugar a dudas el control del control, en plena libertad.  

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